Sí, ya sé, fueron 43 años.” Parado en el borde del escenario, con una enorme sonrisa, Graham Nash conectaba con las miradas llenas de emoción que le regalaban esos viejos conocidos que esperaron todo ese tiempo para cantar a coro con él, David Crosby y Stephen Stills, juntos CSN, varios canciones grabadas en la piel.
“Hicimos mucha música durante nuestras vidas. Pero no la suficiente”, completó, y una nueva ovación llenó el Luna Park, donde demasiadas butacas quedaron vacías, el domingo, a la hora en que el canoso cantante, junto a sus compañeros de ruta y de la vida comenzaron a desandar tanta música compartida a la distancia.

En el medio, habían pasado Marrakesh Express y Southern Cross, antes de darle un descanso a los dedos de Stills, dueño de una profunda expresividad al mando de sus guitarras; para abrir uno de los capítulos reservados para el dúo Crosby - Nash. Y para ratificar que hoy, como ayer, aunque las guerras sean otras, el deseo y el reclamo de paz, libertad y amor siguen vigentes.
Luego, un tema nuevo -Radio- y otra vuelta a los orígenes, con Deja Vu, y presentación de la banda, solos mediante, de James Raymond en piano, Kevin McCormick (Jackson Browne), al bajo, y Shane Fontayne (E Street Band) en guitarra, y, aunque sin solo, Steve Distanislao (Dave Gilmour) en batería.
Recién entonces llegó el acusticazo: Helpessly Hoping, In Your Name y As I Come of Age, antes de la dylaneana Girl From the North Country y la clásica Guinnevere, para exhibir a pleno aquellas armonizaciones vocales que siguen siendo marca distintiva del trío.
Y pilar esencial, junto con las buenas canciones y su modo de abordarlas, de un recital que transcurrió sus poco menos de tres horas casi sin altibajos. Ni sobre el escenario, ni en las plateas, donde una clara mayoría post 50 se mezclaba con representantes de las más nuevas generaciones y las intermedias.
De nuevo enchufados, Our House abrió la puerta a la recta final, que siguió con For What It’s Worth -aporte de Stills, made in Buffalo Springfield- y la inevitable Teach Your Children, con su segunda parte a cargo de un público que ya había dejado sus asientos para pegarse al escenario y, desde ahí, cantar la Suite: Judy Blue Eyes, y jugar a que, por un rato, Woodstock quedaba en Buenos Aires.
Gentileza Clarín
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